sábado, 21 de marzo de 2020

El infinito en un junco. Irene Vallejo

Fue Pep quien trajo a casa este libro, El infinito en un junco de Irene Vallejo editado por Siruela, y desde que comenzó a leerlo me decía cada dos por tres: "Mariaje, tienes que leerlo, por favor, tienes que leerlo porque te va encantar".


Y lo leí, y entendí esa insistencia de Pep, porque su lectura te lleva a otras lecturas, a querer saber más, pues los temas que trata son interesantes y provocan la búsqueda. Pero además te obliga a hacer anotaciones y a guardártelas, para compartir con otros lo que has encontrado mientras leías: con la familia, con los amigos, con los compañeros, con los alumnos.
Y fuimos poniendo nuestras notas en la primera página, fue curioso comprobar que en bastantes casos no coincidían aunque si me asomaba a sus anotaciones también era interesante lo que él resaltaba.


Ya desde el principio me hizo buscar los poemas de Cavafis, pero después fue saber más sobre Basquiat para compartirlo con mis hijos, estaba convencida de que a ellos les iba a interesar, o hablar con mis compañeras al hilo de  sus reflexiones sobre la lectura en voz alta.
Pero lo más curioso es que un día me llevé el libro al aula, mis alumnos tienen cinco años, estábamos hablando de árboles y quería compartir con ellos que había leído en él que la palabra libro viene de "liber", y que liber es la parte de la corteza del árbol donde escribían los romanos antes de conocer el pergamino. 
Saber cómo era el papiro, cuál era el gesto de la mano al leerlos, cómo se guardaban, también les interesa a mis alumnos de cinco años, y que antes del papiro fueron las tablillas y que después fue el libro y que el libro está hecho con papel y que el papel sale del tronco del árbol, y que así volvemos de nuevo al origen en cierta manera.
Y leyeron el título y me miraron como preguntando por su significado y cuando les hice pensar sobre qué era el papiro ellos mismos se respondieron "un junco", algunos dijeron "ahhh" y parecieron entender qué significaba eso de El infinito en un junco, porque de ese libro habían salido muchísimas cosas y estaban solo en unas cuantas páginas, todavía había infinitas más que podrían salir de él.


Lo volví a llevar de nuevo porque también descubrí en él a las señoras de los libros, que ya conocimos en el Día de la biblioteca, cuando hicimos un trabajo sobre bibliotecas ambulantes.



Y de nuevo volvió a clase cuando hablamos de La vuelta al mundo en 80 días y nos acercamos a Londres, ciudad en la que comienza este viaje, donde está la piedra de Rosetta (en el British Museum), y era inevitable contar cómo y quién la descubrió, que también lo cuenta este libro.

Me pareció curioso cómo con esta lectura unas cosas te llevan a otras y todo se ramifica pero a la vez es como cerrar un círculo. Todo de repente tiene sentido y nos damos cuenta de que los libros, la escritura, la lectura es algo común  a todos y que nos interesa a cualquier edad.

Un tesoro de libro, una lectura fascinante. Merece la pena acercarse a lo que contiene.

Un saludo

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