Cuando Sadako tenía dos años vivía en Hiroshima, fue el momento en el que Estados Unidos lanzó la bomba atómica sobre esta ciudad, era 1945 y el mundo estaba sufriendo la Segunda Guerra Mundial.
Al terminar la guerra, Sadako fue creciendo sana y alegre, le encantaba correr y perfeccionaba su carrera día tras día porque una de las cosas que más le gustaba era participar en el equipo de relevos de su colegio.
Diez años después enfermó de leucemia como consecuencia de aquella explosión.
Durante su estancia en el hospital le contaron una leyenda japonesa por la que si hacía mil grullas plegando papel se le concedería un deseo. Y se puso manos a la obra durante el tiempo que estuvo en el hospital, llegando a hacer 650. Hoy, estas grullas son símbolo de paz gracias a ella.
En la web de Naciones Unidas nos cuentan la historia de Sadako y nos animan a hacer grullas de origami (que así se llama esta técnica japonesa de plegado de papel) como forma de honrar la memoria de Sadako y de todos los niños y niñas afectados por las bombas nucleares, como forma de rechazo mundial a las armas nucleares y la necesidad de eliminarlas para encontrar la paz.
Este curso quisimos celebrar el Día de la Paz recordando la historia de Sadako y lo que sucedió en Hiroshima como consecuencia de la bomba atómica que cayó sobre esta ciudad. Para ello, nos acercamos al libro Sadako y las mil grullas de la paz de Eleanor Coerr publicado en la editorial Everest que nos cuenta la historia de esta niña.
Ojalá nuestras grullas permitan que ese deseo grabado en la base del monumento a Sadako esté más cerca de cumplirse:
"Este es nuestro grito,
es nuestra plegaria:
que haya paz en el mundo."
Muchas gracias, familias, por vuestra colaboración.
Un saludo
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