miércoles, 25 de marzo de 2020

Mujeres valientes

Me gustan mucho los libros álbum que nos acercan a historias reales, y cuando están hechos con esmero es fácil transmitir lo que cuentan a mis pequeños alumnos. Los tres que os dejo en esta entrada los compartí en clase cuando se iba acercando el Día de la mujer (aunque ya los conocíamos, pero estos días los hemos recordado), nos hablan de mujeres valientes que con su esfuerzo consiguieron que el mundo fuera un poco mejor.

Jeanette Winter escribe e ilustra Wangari y los árboles de La Paz (2009), publicado por Ekaré, en este libro nos cuenta la historia de Wangari Mathai, esta mujer africana nació en 1940 en una pequeña aldea de Kenia, fue una estudiante brillante que consiguió una beca para estudiar en Estados Unidos Ciencias Biológicas y la primera mujer en África Oriental que obtuvo un doctorado. 


En 1977 comenzó su movimiento verde en Kenia, sembrando nueve arbolitos en el patio trasero de su casa. Fue su primera acción para contrarrestar la masiva deforestación de su país. Consiguió crear en las mujeres de Kenia la conciencia de que había que hacer todo lo posible por salvar sus bosques, en 2004 ya habían sembrado treinta millones de árboles y el movimiento se había extendido a treinta países africanos.


En 2004, Wangari Mathai ganó el Premio Nobel de la Paz por su contribución a la paz en el mundo a  través del Movimiento Verde, fue la primera mujer africana en obtener este galardón. 


En su discurso de aceptación de este premio dijo:
Debemos sanar las heridas de la Tierra…
así sanaremos nuestras propias heridas.
Debemos abrazar la creación en toda su diversidad,
belleza y maravilla.

En Infantil, este curso 2020-21 "Viajamos a África con Wangari Maathai".

Heather Henson nos cuenta en La señora de los libros (2010), libro ilustrado por David Small y editado por Juventud, una hermosa y emotiva historia inspirada en hechos reales: nos cuenta la valiente labor de las bibliotecarias a caballo, jóvenes decididas que soportaban largas distancias a caballo sin importarles la dificultad del camino o las inclemencias del tiempo, para llevar libros a las aisladas comunidades montañosas en los Apalaches de Kentucky durante la Gran Depresión, años 30 del s.XX.



Los niños disfrutaban mucho con esta iniciativa y las familias les ofrecían algún regalo de lo poco que tenían: verduras de sus huertos, flores o frutas silvestres, o incluso sus recetas más preciadas transmitidas de generación en generación.



Como dijo en una ocasión un usuario a su bibliotecaria: 
"Esos libros que nos trajiste nos han salvado la vida".

Un grupo de “Book women” a caballo en Hindman, Kentucky, 1940.


Aunque también hubo unos cuantos hombres en la Biblioteca a Caballo, generalmente se encargaban de ella las mujeres. Actualmente los caballos y las mulas han dejado paso a los bibliobuses (que ya tienen carreteras por las que transitar) con los que bibliotecarias y bibliotecarios siguen llevando libros a quienes los necesiten.

Jeanette Winter de nuevo nos cuenta e ilustra una historia real en La bibliotecaria de Basora (2007), libro editado por   Juventud.  Nos habla de Alia Muhammad Baker, directora de la Biblioteca Central de Basora en el momento en el que la invasión de Iraq alcanzó Basora el 6 de abril de 2003.




Ella consiguió rescatar el setenta por ciento del fondo de la biblioteca antes de que ésta se incendiara nueve días más tarde, a pesar de no ser tenida en cuenta por las autoridades de su país. Soñaba con el momento en que volviera la paz y tener una nueva biblioteca.



Shaila K. Dewan, reportera del New York Times fue la primera en revelar estos hechos al mundo. Durante una visita  al restaurante de Anis Mamad (amigo de la bibliotecaria), con Alia también presente, los dos compartieron con la periodista esta sorprendente historia.



Poco después de que la biblioteca fuera destruida, a Alia tuvieron que operarla del corazón y en aquel momento se estaba recuperando, y decidida a ver la reconstrucción de la Biblioteca Central de Basora.

En estas tres historias podemos comprobar cómo gracias a la valentía de estas mujeres se pudo preservar la naturaleza y la cultura, dos bienes imprescindibles para el ser humano.
Un saludo

sábado, 21 de marzo de 2020

El infinito en un junco. Irene Vallejo

Fue Pep quien trajo a casa este libro, El infinito en un junco de Irene Vallejo editado por Siruela, y desde que comenzó a leerlo me decía cada dos por tres: "Mariaje, tienes que leerlo, por favor, tienes que leerlo porque te va encantar".


Y lo leí, y entendí esa insistencia de Pep, porque su lectura te lleva a otras lecturas, a querer saber más, pues los temas que trata son interesantes y provocan la búsqueda. Pero además te obliga a hacer anotaciones y a guardártelas, para compartir con otros lo que has encontrado mientras leías: con la familia, con los amigos, con los compañeros, con los alumnos.
Y fuimos poniendo nuestras notas en la primera página, fue curioso comprobar que en bastantes casos no coincidían aunque si me asomaba a sus anotaciones también era interesante lo que él resaltaba.


Ya desde el principio me hizo buscar los poemas de Cavafis, pero después fue saber más sobre Basquiat para compartirlo con mis hijos, estaba convencida de que a ellos les iba a interesar, o hablar con mis compañeras al hilo de  sus reflexiones sobre la lectura en voz alta.
Pero lo más curioso es que un día me llevé el libro al aula, mis alumnos tienen cinco años, estábamos hablando de árboles y quería compartir con ellos que había leído en él que la palabra libro viene de "liber", y que liber es la parte de la corteza del árbol donde escribían los romanos antes de conocer el pergamino. 
Saber cómo era el papiro, cuál era el gesto de la mano al leerlos, cómo se guardaban, también les interesa a mis alumnos de cinco años, y que antes del papiro fueron las tablillas y que después fue el libro y que el libro está hecho con papel y que el papel sale del tronco del árbol, y que así volvemos de nuevo al origen en cierta manera.
Y leyeron el título y me miraron como preguntando por su significado y cuando les hice pensar sobre qué era el papiro ellos mismos se respondieron "un junco", algunos dijeron "ahhh" y parecieron entender qué significaba eso de El infinito en un junco, porque de ese libro habían salido muchísimas cosas y estaban solo en unas cuantas páginas, todavía había infinitas más que podrían salir de él.


Lo volví a llevar de nuevo porque también descubrí en él a las señoras de los libros, que ya conocimos en el Día de la biblioteca, cuando hicimos un trabajo sobre bibliotecas ambulantes.



Y de nuevo volvió a clase cuando hablamos de La vuelta al mundo en 80 días y nos acercamos a Londres, ciudad en la que comienza este viaje, donde está la piedra de Rosetta (en el British Museum), y era inevitable contar cómo y quién la descubrió, que también lo cuenta este libro.

Me pareció curioso cómo con esta lectura unas cosas te llevan a otras y todo se ramifica pero a la vez es como cerrar un círculo. Todo de repente tiene sentido y nos damos cuenta de que los libros, la escritura, la lectura es algo común  a todos y que nos interesa a cualquier edad.

Un tesoro de libro, una lectura fascinante. Merece la pena acercarse a lo que contiene.

Un saludo

miércoles, 4 de marzo de 2020

Una trilogía

Entre los libros de Pep Bruno hay tres que están relacionados, aunque a lo mejor a simple vista puedas pensar que nada tienen que ver, las ilustraciones son diferentes en cada uno de ellos y el ambiente que crea el ilustrador o la ilustradora con sus dibujos no parece tener nada en común.      


El primero de ellos Cuento para contar mientras se come un huevo frito, publicado en 2003, fue también el primer álbum ilustrado que le publicaron tanto al autor como a la ilustradora, Mariona Cabassa, ella ganó el premio Junceda de los ilustradores catalanes por este álbum. La editorial que creyó en este proyecto fue Kalandraka.
El autor cuenta que esta historia surgió de forma oral, se la contó a su hijo Juan cuando fue a comer su primer huevo frito (así tendría menos probabilidades de que dijera que no a esa comida nueva).
Y, claro, el cuento está lleno de referencias a comidas que se hacen con huevos.
Cuenta el viaje del huevo que pone la gallina Anselma y que va pasando de unas a otros hasta llegar a la casa de Juan, para después ir volviendo todos los portadores del huevo a preguntar si se lo ha comido ya. Tiene una estructura, por tanto, de ida y vuelta. Además tiene pequeñas partes que se repiten y otras que riman.
Como explica Pep en su web, pertenece a un tipo de cuento muy común en la tradición inglesa, cuentos non-sense o sin-sentido.



La cabra boba, segundo de estos libros, salió publicado en 2006, inicio de su relación con la editorial OQO, que publicaría seis libros suyos más. El ilustrador es Roger Olmos.
También es un libro que tiene una estructura tradicional, con un viaje de ida y vuelta y pequeños textos que se repiten.

Parte de recuerdos de infancia, suya y de personas cercanas, que suceden en pueblos, es por eso que el ambiente es rural y la protagonista es una cabra de las que se llevaba el cabrero junto con muchas más a pastar a las dehesas. En este libro el protagonista es Miguel, el otro hijo de Pep, que merecía otro libro por eso de la equidad (es broma, realmente surgió así, no fue exactamente buscado).


Por último, Libro de Contar publicado en 2007 también por OQO, cierra esta trilogía y en él se reconocen muchos de los personajes de los dos libros anteriores, aunque  las ilustraciones sean muy distintas, incluso siendo Mariona Cabassa la ilustradora nuevamente. Como el título indica es un libro de contar, a Pep le gustan mucho este tipo de libros, cuenta hacia adelante, apareciendo los personajes que se van quedando en la ilustración,  y hacia atrás, yéndose a dormir y desapareciendo.
Nuevamente aparece la rima, en esta ocasión todo el texto está rimado. A lo mejor hasta le puedes poner una música para poderlo cantar.



Además es un libro juego porque en las ilustraciones también puedes encontrar el número que en ese momento toca en algún motivo de la ilustración.
¡A ver si los encuentras todos!

En los tres libros hay personajes comunes, tienen lugar en un ambiente rural y su estructura interna recuerda mucho al cuento tradicional. 
La cabra boba y El libro de contar fueron reeditados en el 2014 y en 2018 respectivamente, la edición de Cuento para contar mientras se come un huevo frito está agotada.

Me pareció bien traer aquí estos tres libros juntos pues a veces se nos escapan estos pequeños detalles que pueden enriquecer la manera de acercarnos a las historias.

Un saludo